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Entradas de la A a la Z

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Tras seguir durante unos años la carrera de Fire! Orchestra, ya era el momento de buscar una fecha adecuada e ir a verlos tocar en directo. A principios de noviembre comenzaron una pequeña gira europea, y de las 7 fechas previstas, escogimos la del día 17 en Amsterdam. El motivo de estos conciertos es la presentación de una nueva pieza, de una hora de duración, titulada “Arrival”, cuya interpretación ha requerido la modificación parcial de la orquesta. El nucleo de esta banda de 14 miembros sigue siendo el trío conocido como Fire!, formado por Mats Gustafsson (saxo barítono), Johan Berthling (contrabajo y bajo eléctrico) y Andreas Werliin (batería). Junto a ellos, una sección de cuerda, formada por Anna Lindal (violín), Josefin Runsteen (violín), Katt Hernandez (violín) y Leo Svensson (violonchelo) y un trío de clarinetes, formado por Per Texas Johansson (clarinete bajo y contrabajo), Christher Bothén (clarinete bajo y contrabajo) y Isak Hedtjärn (clarinete). Completando la formación, nos encontramos a Alexander Zethson (piano y teclados), Susana Santos Silva (trompeta), y las impresionantes voces de Mariam Wallentin y Sofia Jernberg.

Una hora antes del concierto llegamos al Bimhuis, un maravilloso auditorio de conciertos que forma parte de un conjunto mayor llamado Muziekgebow aan ‘t IJ, situado en la bahía que se encuentra tras la estación central de Amsterdam. Allí nos encontramos al líder de la banda, Mats Gustafsson, y charlamos un poco con él. Nos comentó que esta nueva pieza no saldría en Cd y Lp hasta dentro de unos meses, y que estaba muy satisfecho de la respuesta del público en los conciertos. Después, entramos en la sala para coger un buen sitio. Un lugar íntimo, con unas 200 butacas rodeando el escenario, y como pudimos comprobar poco después, una acústica magnífica (en la mesa de sonido Mikael Werliin hizo un gran trabajo).

La obra comienza como una pieza de música de cámara, con el cuarteto de cuerda creando una atmósfera inquietante. De forma apacible entra el piano eléctrico, el contrabajo y la percusión para crear la base propicia para la melodía vocal principal, cantada a dúo por Sofia Jernberg y Mariam Wallentin. Poco a poco entran los vientos, las cuerdas, la trompeta comienza a desvariar, la sala se llena de sonidos, el clarinete bajo inicia un riff repetitivo….y perdemos la noción del tiempo hasta que la pieza llega su final una hora después. Melodías maravillosas, riffs oscuros y pegadizos, momentos que nos recuerdan a bandas de jazz británico, como Nucleus o Soft Machine, estallidos de fuerza con el trío de saxo, bajo eléctrico y batería como protagonistas, juegos de voces imposibles, solos alucinantes de saxo barítono, trompeta, violín y clarinete bajo, complejas capas de sonido creadas bajo la dirección de Gustafsson, dando instrucciones a las cuerdas y los vientos en muchas ocasiones…Algo difícil de explicar con palabras. Además,  integrada en esta nueva composición, nos encontramos con una deliciosa versión de “Blue Crystal Fire” del cantautor norteamericano Robbie Basho, que nos dejó a todos emocionados.  En definitiva, una obra perfecta. Una mezcla de intelecto y espiritualidad sorprendente. Jazz, rock y clásica contemporánea fundidos en una composición que destila una fuerza primitiva, que contrasta con el aparente academicismo con el que a veces es interpretada. El equilibrio ideal en el que la composición y la improvisación se encuentran, y el que la belleza se expresa mediante la combinación de melodías inolvidables combinadas con una locura controlada creada por verdaderos virtuosos que trabajan desde lo más profundo de sus entrañas. Para terminar la noche, la orquesta interpretó una emotiva versión del tema “At Last I’m Free”, compuesta por por Neil Rodgers y Bernard Edwards para su banda, Chic, en 1978, y que también fue adaptada unos años después por Robert Wyatt.

Un concierto inolvidable que nos deja expectantes, con muchas ganas de escuchar su nuevo disco.

Texto: Francisco Macías

Fotos: Carla Martínez

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