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Entradas de la A a la Z

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Es imposible para mí hacer una reseña objetiva sobre este disco, aunque en realidad, no suele ser mi objetivo principal cuando escribo. En este caso, como muchos de los que vais a leer este artículo ya sabéis, tuve el privilegio de asistir a las sesiones de grabación que han dado como resultado este último trabajo […]

Tras el festival de Hamburgo al que asistimos el pasado marzo, no tenía pensado volver a ver este año en Europa a John Zorn. Pero de pronto salió el cartel del November Music de Hertogenbosch, ciudad holandesa con un precioso centro medieval que nunca había visitado, y uno de los días estaba dedicado al compositor y saxofonista norteamericano. El programa se componía de un documental y nueve conciertos independientes, de unos 50 minutos de duración cada uno, en diferentes enclaves de la ciudad, y la verdad es que me atrajo desde el principio. Música de cámara, jazz, rock, cuartetos de cuerda, conjuntos de voces a capella, música para órgano…un programa nada fácil, con algunos tipos de música que no estoy acostumbrado a escuchar, pero con un denominador común: todas las composiciones eran de John Zorn,  él estaría allí presentándolas, y tocaría al final. Además, algunos de los músicos y grupos invitados eran de mis favoritos del universo Zorniano, así que no me lo pensé dos veces y planeé el viaje.

En el Verkadefabriek con Joey Baron

El sábado día 4 de noviembre, a las 9.30 de la mañana ya estábamos en el Verdefabriek, un fantástico centro cultural donde habitualmente se celebran conciertos, hay espectáculos de teatro y danza, cabaret, cine,etc…Recogimos nuestras pulseritas, una que nos daba acceso a todas las actuaciones, y otra que nos permitía utilizar un autobús habilitado para el traslado entre los distintos recintos, cuando fuese necesario. A las 10.00 comenzó allí mismo el documental “Zorn 2010-2017”, dirigido por el conocido actor francés Mathieu Amalric, al que quizás recordaréis por su papel en “El Gran Hotel Budapest” o como el enemigo de James Bond en “Quantum Of Solace”, que además, como vimos en pantalla, leyó algún texto en el álbum de John Zorn, “Rimbaud” (2012). Un buen aperitivo en el que se contaba de forma muy dinámica la impresionante actividad de Zorn en los últimos años.

Willem Twee Concertzaal

Después cogimos el autobús y nos trasladamos a la Willem Twee Concertzaal, una sala dedicada a la música clásica, en la que estaba programada la interpretación de varios cuartetos de cuerda de Zorn interpretados por el JACK Quartet. No soy aficionado a la música clásica contemporánea ni a los cuartetos de cuerda en general, por lo que mi acercamiento a este tipo de música es la de un neófito de diccionario. El cuarteto estaba formado por Chris Otto (violín), Austin Wulliman (violín), John Pickford Richards (viola) y Jay Campbell (violonchelo), y de las tres piezas que interpretaron, “Obscure Objects Of Desire”, “The Unseen” (interpretada por vez primera en directo) y “Necronomicon”, la que más me gustó fue la primera, que contó con la colaboración del virtuoso pianista Steve Gosling, all que ya tuve la fortuna de ver hace unos años en París y en Moers interpretando la pieza “Illuminations”. Una música misteriosa, algo oscura, repleta de misticismo, en la que Zorn es capaz de imprimir su sello personal. Una buena forma de comenzar la jornada musical.

Verkadefabriek Clubzaal

A las 13.00 h. estábamos de nuevo al otro lado de la ciudad, de regreso al Verkadefabriek, ya que en una pequeña sala, que parecía un club de jazz, iba a tener lugar una de las mejores actuaciones de todo el festival. Bajo el título de “Music For Rhythm Section”, el gran bajista Shanir Ezra Blumenkranz (Abraxas, Banquet Of The Spirits, Rashanim,etc…) y el tremendo baterista Kenny Grohowsky (Abraxas, Simulacrum,etc…), interpretaron en formato de trío, con varios solistas que iban cambiando, cuatro temas realmente formidables.  “Divagations” y “Scaramouche” tuvieron como solista al pianista Steve Gosling, “Exterminating Angel” al vibrafonista Alex Lipowski, y “Diableries” al violonchelista Jay Campbell. Esta idea de unir una sección rítmica de jazz rock con solistas de clásica contemporánea resultó magnífica. Una mezcla de fuerza y energía con cierto grado de lirismo “enfermizo” que nos encantó, sobre todo al interpretar “Diableries”, ya que la combinación violonchelo, contrabajo y batería nos llevó a ese terreno que tanto nos gusta del jazz rock de cámara.

Al terminar la actuación, vuelta al centro de la ciudad, concretamente a la preciosa Catedral de San Juan (Sint-Jankathedraal) para asistir a las 14.30 al concierto para órgano de tubos del mismísimo John Zorn. En 2010 Zorn comenzó una colección, titulada “Hermetic Organ”, de la que ya se han editado 3 volúmenes, con composiciones escritas exclusivamente para este instrumento. En mi opinión, fue la actuación menos interesante del día. Como es normal, no podíamos ver a Zorn detrás del enorme órgano, y aunque resultaba curioso estar en semejante lugar, la música me resultó algo aburrida. Treinta minutos después, nos volvíamos a trasladar, en esta ocasión muy cerca, al Noordbrabants Museum, para disfrutar del nuevo ciclo de composiciones del neoyorquino, “Bagatelles”, que ya habiamos podido escuchar en ocasiones anteriores en Willisau y Hamburgo. Primero salieron al escenario dos violonchelistas, el impresionante Erik Friedlander y el joven Jay Campbell (por tercera vez en la jornada). El recital fue parecido al que vimos en Hamburgo hace unos meses, aunque en aquella ocasión Friedlander estuvo acompañado del también violonchelista Michael Nicolas. Piezas de gran belleza, pero también de gran complejidad, con bonitas y precisas combinaciones entre partes interpretadas con el arco y otras con las cuerdas pellizcadas. Una excelente combinación de emoción y virtuosismo, similar a la de los dos guitarristas que los relevaron en el escenario, Gyan Riley y Julian Lange. Si recordáis anteriores crónicas, no os extrañará que os diga que nos conocíamos buena parte de las piezas para dos guitarras que interpretaron, sin tenerlas en ningún disco. La razón es que era la tercera vez en poca más de un año que veíamos a este dúo, y su repertorio suele ser parecido. Siempre me sorprende lo bien que suenan las composiciones de Zorn en este formato, y como mantienen toda su personalidad.

 

Noordbrabants Museum

 

Grote Kerk

Cerca del museo se encuentra la “Grote Kerk”, la iglesia protestante de la ciudad, y hacía allí nos dirigimos porque a las 17.00 comenzaba la actuación del sexteto vocal compuesto por Jane Sheldon, Elisabeth Bates, Sarah Brailey, Melissa Hughes, Rachel Calloway y Kirsten Sollek.  Interpretaron los dos libros de la serie “Madrigals”, con textos del poeta romántico inglés Percy Blysse Shelley, publicado ambos en 2016 en el cd del mismo nombre. Este repertorio me gustó mucho más, y me pareció más variado y dinámico que el que interpretaron, bajo el título de “Holy Visions”, en los festivales de Moers (Alemania) y Jazz a la Villette (París) de 2013, donde vimos a este conjunto vocal con algunos cambios en su formación. Aunque no es una música que me pondría en casa, en directo sonó muy bien, y escuchar la perfección de esas voces y las técnicas que utilizaban resultó espectacular.

Después regresamos al Verkadefabriek, para asistir a otro de los mejores momento del festival.  A las 18.30 salió al escenario el teclista Brian Marsella (Banquet Of The Spirits, Zion 80,etc…) e interpretó al piano varias piezas del ciclo “Bagatelles”. Una actuación maravillosa, y es que Marsella, al que conocimos tocando el órgano y el piano eléctrico, se ha revelado últimamente como un maravilloso pianista acústico. 25 minutos después salío al escenario el “Dream Team” de la noche, John Medesky (piano), Kenny Wollesen (vibráfono), Trevor Dunn (contrabajo) y Joey Baron (batería), es decir, Nova Quartet. Desde que en 2011 publicaran el álbum “Nova Express”, ha sido una de las formaciones Zornianas más prolíficas, y en los festivales que se celebran en la actualidad en torno a las composiciones de Zorn, representan la elegancia, la experiencia…, pero a la vez, y  por eso el ciclo de las “Bagatelles” les viene como anillo al dedo, son capaces de expresar toda la complejidad y la fuerza que requieren estos temas. Un estallido de jazz contemporáneo, repleto de belleza, que llegó en el momento adecuado del día.

Theater aan de Parade

Hasta el momento la organización de la jornada había sido perfecta. El ir cambiando de escenario constantemente era un poco ajetreado, pero en los trayectos más largos había un autobús que nos llevaba puntualmente a todos los conciertos. Eso cambió en el siguiente evento. A las 20.00, en el Theater aan de Parade, un teatro junto a la catedral, comenzaba la recta final de la jornada, y lo hacía con un programa de música de cámara con más de 15 músicos holandeses implicados, y con algunos invitados, como Ikue Mori (electrónica) o el pianista Steve Gosling y el violonchelista Jay Campbell. Se interpretaron 6 piezas con distintas formaciones, y en general me gustaron. La combinación de instrumentos como el fagot, el clarinete bajo o la flauta, con una sección de cuerda, arpa, o percusiones variadas le daban a la música un colorido muy especial. El problema es que no estoy acostumbrado a escuchar este tipo de música, y por eso se me hace repetitiva. Además, me cuesta encontrar los elementos propios de Zorn en algunas de las piezas y no sé el peso que tienen las influencias de otros compositores. De hecho, hubo momentos que la música me recordaba mucho a las composiciones de Zappa en el campo de la Clasica Contemporanea. Naturalmente, no es que Zorn tenga influencia de Zappa, sino que ambos beben de fuentes comunes a las que yo he ido poco a saciar mi sed. Para colmo, el concierto debería haber durado una hora y duró casi 90 minutos. Mucha gente se fue antes de que finalizara por miedo a perderse el concierto de Simulacrum al otro lado de la ciudad a las 21.30. La mayoría nos quedamos porque la organización dijo que se retrasaría la actuación para que pudiésemos llegar, pero claro, ya fue difícil mantener el mismo grado de atención y no estábamos tranquilos, así que las últimas dos composiciones se nos hicieron pesadas. Para colmo, al salir, hubo un problema con el autobús, así que la organización y Zorn llegaron antes al siguiente concierto, y comenzó unos minutos antes de que llegásemos, lo que nos molestó bastante.

A las 22.10 llegamos al Willem Twee Popporium, frente al Verkadefabriek, y como he comentado antes, el concierto del trio formado por John Medeski (órgano), Matt Hollenberg (guitarra) y Kenny Grohowski (batería) ya había comenzado. Aún así, tardaron poco en engancharnos, ya que la potencia y la mala leche con la que toca Simulacrum los sitúa en ese terreno que a John Zorn le ha gustado tanto desde los ’80, que es la fusión de jazz con el hardcore, el heavy metal,etc…, y es difícil no prestarles atención. Siete son los discos que este trío ha publicado en dos años y medio interpretando piezas de Zorn, y se han convertido en una de mis formaciones favoritas en la actualidad. 45 minutos de intensidad y virtuosismo a partes iguales, con Medeski haciendo chirriar su órgano (aunque también creaba ambientes ténebres y misteriosos en algunos  momentos, y efectuaba solos a más puro estilo del rock de los ‘70), Hollenberg creando riff duros y demoledores o haciendo desquiciados solos, y Grohowski demostrando de nuevo la clase de batería que es. Una maravilla de concierto que nos conducía al gran final de la jornada.

Con Kenny Grohowski

Por desgracia, el gran final que todos estábamos esperando para un festival de estas características, no se produjo. Regresamos a la gran sala del Verkadefabriek pasadas las 11 de la noche, y sentados en tercera fila, nos dispusimos a disfrutar de lo que Zorn había denominado “Essential Cinema”. John Zorn (saxo alto y efectos electrónicos), Ikue Mori (electrónica), Kenny Wollesen (batería y percusión) y Trevor Dunn (contrabajo) iban a interpretar música sobre varios cortometrajes, incluido “Aleph” de Wallace Berman. Ya habíamos visto algo similar en el Museo de Arte Judio en París hace unos años, cuando Zorn, Dunn y Joey Baron improvisaron durante una hora sobre “Aleph” y otras películas, y fue impresionante, pero en esta ocasión no pasó lo mismo. El problema fue que la primera media hora larga de concierto consistió en la proyección de varios cortos animados de Harry Smith con música pregrabada algunos, y otros con efectos electrónicos como banda sonora, que surgían del portátil de Ikue Mori, asistida por Zorn, y con detalles percusivos de Wollesen. El problema no fue el uso de estos efectos, sino que con 30 músicos a tu completa disposición en la ciudad, ¿de verdad tienes que utilizar música pregrabada de otros discos?. De hecho, nosotros ya conocíamos estos cortos, pero cuando los vimos proyectados en Bolonia, Italia, Zorn estuvo acompañado por los músicos de The Dreamers y Electric Masada para ponerles música en directo. En cambio, en un festival como este que había comenzado 13 horas antes, con un montón de gente que ha comido, bebido e ido al baño a salto de mata en pequeños lapsos de tiempo entre las actuaciones, que se ha trasladado por toda la ciudad para no perderse nada de tu música, y que ha esperado todo el día para verte tocar el saxo (no era nuestro caso, porque sabemos que cada vez toca menos en los conciertos), proyectas 30 minutos de imágenes con parte de la música pregrabada, y tú sentado a oscuras con el saxo en la mesa. Además, este concierto también se vendió por separado, así que imaginaros la cara de la gente que había pagado 20 euros y se encontró con esto. Parte del público abandonó la sala enfadado, y por desgracia, se perdieron los impresionantes 10 minutos finales, con Zorn, Dunn y Wollesen improvisando como salvajes, a toda velocidad, sobre “Aleph”. Fue prácticamente la misma improvisación que escuchamos en París, pero nos encantó volver a oírla. De todas formas, estos maravillosos minutos finales no fueron suficientes para quitarnos el mal sabor de boca de la media hora anterior y la sensación de lo poco que le importa a Zorn lo que la gente espera de él.  En general, me gusta la actitud de los compositores y músicos que presentan sus obras sin pensar demasiado en el público, pero en este caso Zorn rebasó la línea, y nos mostró su cara menos agradable (de hecho le soltó un “Go Fuck Yourself” a un asistente al concierto que harto de la música sintética le pidió que tocara el saxo). Un final agridulce para un festival muy interesante en el que, en general, disfrutamos muchísimo.

Programa del día

Texto: Francisco Macías

Fotos: Carla Martínez

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