Todo el mundo conoce mi debilidad por la “Opera Rock” y algunos musicales. La obra de la que voy a hablar en este artículo no es sólo una de las primeras óperas rock cantadas en castellano, junto a “La Biblia” (1971) o “Oh Perra Vida De Beto” (1972) de los también argentinos Vox Dei y Materia Gris, respectivamente, sino también uno de los mejores discos de la historia del rock de este país. Junto con bandas como Almendra, Manal o los citados Vox Dei, Arco Iris está considerado como un grupo pionero en el rock argentino, y sin duda, uno de los de mayor calidad, y de los que mejores discos han dejado como herencia. El guitarrista y vocalista Gustavo Santaolalla, el saxofonista, flautista y teclista de origen egipcio Ara Tokatlian, el bajista Guillermo Bodarampé y el baterista Horacio Gianello formaban esta curiosa banda que vivía en comuna, teniendo como líder espiritual y musa a una modelo ucraniana de padres acomodados, Dannais Winnycka, alias Dana, de la cual todos estaban enamorados. Hija de una psicóloga y un diplomático reconvertido en guía espiritual al vivir durante tres años en un monasterio tibetano, Dana dirigía la comuna de una forma muy “espiritual”, es decir, mucho yoga, pero nada de carne, alcohol, drogas, y lo peor de todo, nada de sexo (de hecho, años después Dana se casó con Tokatlian y ella misma reconocería que no gastaban demasiado tiempo y energias en actividad sexual).
Debutaron discográficamente en 1970, y “Sudamerica o el regreso de la Aurora” fue su tercer disco, y sin duda alguna, el más ambicioso hasta ese momento. Publicado en 1972 como doble vinilo (cada uno de ellos, un acto de la ópera), era realmente avanzado para el momento. La mezcla de elementos propios del folklore sudamericano con el rock, el jazz, el blues,etc…resultaba magistral, y si a eso le sumamos la calidez de las voces, el cuidado en los arreglos y la variedad instrumental, sólo podía dar como resultado una obra maestra. Tokatlian, además de tocar los saxos, la flauta y los teclados, utilizaba distintos instrumentos de viento tradicionales como el erkencho, el siku, la quena o el erke, además de cantar y tocar algunas percusiones. Santaolalla añadió a sus guitarras el charango, y destaca como el vocalista principal de la obra y como compositor de todos los textos y la música. Bordarampé utilizó tanto el bajo eléctrico como el contrabajo, además de añadir algunas voces y percusiones, y Gianello añadió percusiones variadas a su set de batería.
El disco comienza de una forma espectacular. Con más de 12 minutos de duración, “Obertura” es una pieza instrumental que musicalmente describe el nacimiento de Sudamérica, la aparición del hombre, la colonización y la decadencia que trae consigo, y el resurgimiento de los antiguos valores indígenas para llegar a la salvación, sobretodo espiritual. Es una pieza realmente “progresiva”, donde escuchamos rock, jazz, sonido Canterbury, folk,etc…y donde se resume , como buena ópera rock, algunos elementos musicales que se irán repitiendo a lo largo del disco, como el pasaje de “Iluminación” que es la primera melodía de saxo que Tokatlian interpreta, casi al empezar la pieza, y que supone, cada vez que aparece, uno de los mejores momentos de la obra. Tras esta maravilla, una bonita guitarra nos introduce en “La Canción de Nahuel”, que nos presenta a nuestro protagonista, un joven indio adoptado por el poderoso emperador en una de sus incursiones colonizadoras, y que aún criado entre el lujo del palacio, se da cuenta de la decadencia que le rodea, y añora su sencilla niñez en plena naturaleza. La bonita voz de Santaolalla pone las palabras en boca de Nahuel, arropado por una música elegante, de gran belleza, con bonitos solos de saxo, guitarra y órgano, y una sección rítmica sobria, pero muy presente. Un saxo apaciguador simboliza la presencia del pájaro en el siguiente corte, “Canto del Pájaro Dorado”, también interpretado por Santaolalla, y que sobre un fantástico ritmo de charango, guitarra y piano, con Tokatlian tocando dos saxos a la vez (un recurso que se utiliza bastante en el disco) , lo que nos recuerda mucho a Colosseum, hace despertar a Nahuel de su letargo para que tome las riendas de su vida. La paz inunda a Nahuel, que en “Viaje Astral” flota fuera de su cuerpo, sobre notas repletas de jazz, con la flauta y el piano acompañando la voz. De pronto ve a un anciano y comienza “El Tema del Maestro”, que sobre una base de guitarra acústica y flauta muy pastoral le dice a Nahuel que es el Elegido y que tiene que reunir a otras seís personas y marchar hacía la salvación. La narración esta seguida de una parte instrumental de órgano y guitarra de gran lirismo. “Iluminación” nos devuelve la impresionante y épica melodía de saxo con la que Tokatlian iniciaba el álbum, y refleja la toma de conciencia de Nahuel de su misión. Aires folk e influencias de bandas como Magna Carta llegan con “Hoy He Visto al Rey (Gira)”, una auténtica preciosidad acústica con una bella línea vocal donde Nahuel cuenta su experiencia con El Maestro. Después, Nahuel pide a la gente que le acompañe en su viaje en “Sigueme”, con un ritmo rockero y grandes arreglos de saxo, y sin pausa comienza “Tema de Negro”, con reminiscencias de canción protesta, donde un hombre de color, interpretado por Tokatlian, se apunta a la aventura. Los siguientes participantes son “Los Campesinos y el Viajero”. Con influencias colombianas, mezcladas con rock, tres campesinos, representados por la voz de Santaolalla, descontentos con su situación, y un aventurero (Tokatlian) deciden acompañar también a Nahuel. Arropado con la guitarra y la flauta, Bordarampé representa a “El Estudioso”, el sexto participante en la aventura, y cuyo tema tiene un bonita parte instrumental final con el saxo como protagonista. Continuamos con “Oración de la Partida”, inicio del viaje representado por una maravillosa pieza instrumental, con flautas y guitarra acústica dominando el paisaje, y que por momentos me recuerda a Camel. Y para terminar el primer acto, Nahuel les da un mensaje a sus nuevos amigos en “Epílogo: Sálvense Ya”, una auténtica joya de corte acústico, de una sensibilidad extrema, con una parte vocal maravillosa.
El segundo acto se abre de forma pausada con “Recuerdo”. El Estudioso, en paz, rodeado de flautas, contrabajo y saxo, rememora a gente del pasado y a él mismo. Su optimismo e ilusión por lo que tiene que llegar es compartido por sus hermanos de travesía, como se refleja en “Canción de los Peregrinos”, uno de los momentos de más belleza del álbum. La parte vocal es maravillosa, los arreglos de saxo de una fuerza impresionante, los interludios de guitarra, ese aire tan argentino…todo es excepcional. Le sigue el “Tema de Amancay”, tatareada por Dana, la musa del grupo, y que representa mediante una bonita melodía la esperanza de Nahuel sobre la supervivencia de su amada Amancay, a la que se creía muerta. Nahuel sigue relatando sus anhelos en “Busco a Dios en Mi y en el Sol (Hombre)”, una de las mejores piezas del disco, prácticamente instrumental, de 17 minutos de duración, donde encontramos de todo, rock, folk, blues, jazz…, y donde podemos escuchar solos impresionantes de flauta, saxo, órgano, guitarra, batería y percusiones, sobre ritmos cambiantes que le dan a todo el tema un aire muy “progresivo”. Poco después, El Viajero comienza a aburrirse y abandona el viaje en “Deserción del Viajero”, una pieza muy corta seguida de “La Duda de los Campesinos”, con una bonita parte vocal donde los campesinos también piensan en abandonar. Me encanta la parte instrumental de saxo y guitarra. Avisaros que en el Cd de Aroma Records, estos dos últimos temas están unidos en el corte 5 del segundo volumen, aunque en los créditos aparecen por separado. Esto hace que a partir de aquí los cortes no se correspondan con los títulos, aunque eso es algo que a nosotros no nos afecta, ya que yo lo estoy comentando como si del vinilo original se tratara. Las dudas de los campesinos se resuelven gracias a la revelación de El Negro en “El Aliento de Dios”, donde destaca un precioso órgano y buenos juegos vocales. Mientras, El Viajero vuelve a la ciudad y le revela al emperador los planes de Nahuel en “El Viajero Delata a los Peregrinos”, una pieza instrumental que nos trae a la memoria otra gran ópera rock, “Jesucristo Superstar”. El emperador manda a sus tropas para detener a los peregrinos (“Persecución de los Peregrinos”) y para representarlo musicalmente se utiliza un riff duro de guitarra al más puro estilo de los ’70, con acompañamiento de saxo y dos solos de guitarra simultáneos, como hacían en la época Wishbone Ash. Dos peregrinos mueren y otro es atrapado, pero de pronto aparece el pájaro dorado y le indica a Nahuel por donde escapar. “Viaje por la Galerias Subterraneas” nos ofrece una de las melodías más bonitas del disco, interpretada con el charango, que es todavía mejor al combinarse con el saxo e introducir las influencias de la música andina. Una fusión perfecta, que llega a su momento álgido en “Salida al Inmenso Lago-Iluminación”, donde la excelente melodía de Tokatlian al saxo ya clásica a estas alturas, marca el final del viaje y el reencuentro con Amancay y el Maestro. En “Reencuentro con Amancay-Oremos” vuelven los aires pastorales, con la guitarra y la flauta como protagonistas. Más elegidos se unen a Nahuel y los peregrinos para descubrir el nuevo paraíso terrenal. En el vinilo había un tema corto donde el Maestro hacía una pequeña narración y les dejaba a los elegidos un arco iris como símbolo de la Nueva Era que comenzaba, pero en el Cd estos 45 segundos no están. Yo no tengo el vinilo original, pero me parece recordar que esta locución existía, y de hecho, en el libreto del Cd si aparece. Para terminar, todo un himno, “Epílogo:Sudamerica”, una canción maravillosa, un final apoteósico donde Nahuel y los peregrinos hablan de una nueva Sudamerica que vive en paz y en armonía con la naturaleza.
Arco Iris publicarían después más discos excepcionales con diferentes formaciones, como “Agitor Lucens V” o “Los Elementales”, por ejemplo, pero ninguno tan grande como este. Una verdadera joya.