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Entradas de la A a la Z

Tras cinco años de un relativo silencio, October Equus acaba de publicar su quinto álbum de estudio, “Presagios”. Un disco muy esperado, ya que su gestación comenzó en 2012 tras la publicación de “Saturnal” (Altrock,2011). La disolución de la amplia formación que grabó este gran trabajo hizo que sólo se registraran en su momento las […]

Es imposible para mí hacer una reseña objetiva sobre este disco, aunque en realidad, no suele ser mi objetivo principal cuando escribo. En este caso, como muchos de los que vais a leer este artículo ya sabéis, tuve el privilegio de asistir a las sesiones de grabación que han dado como resultado este último trabajo […]

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Escribir sobre un disco como este, sin ser fácil, es un auténtico placer. Tras tantos años coleccionando y disfrutando de la música es fantástico poder sorprenderse todavía al escuchar algo de estas dimensiones. El saxofonista, clarinetista y flautista Francesco Chiapperini ha logrado conjurar a los espíritus del Avant Garde, el jazz, el rock y la música clásica contemporánea, reunirlos y domarlos, para crear una gran composición de 55 minutos de duración dedicada al saxofonistaMassimo Urbani, que murió en 1993, con tan sólo 36 años, de un infarto a causa de una sobredosis de heroína.

Dividida en séis partes, y grabada en directo en marzo de 2014, esta joya del jazz contemporáneo trasciende estilos y vuelve a demostrarnos al nivel que se mueve la escena del jazz en Italia. Los encargados de interpretar “Our Redemption” son:

-Francesco Chiapperini: saxo alto y flauta
-Andrea Jimmy Catagnoli: saxo alto
-Gianluca Elia: saxo soprano y saxo tenor
-Eloisa Manera: violín
-Simone Quatrana: piano
-Luca Pissavini: violonchelo
-Marco Rottoli: contrabajo
-Filippo Sala: batería
-Filippo Monico: batería y percusión.

Un noneto impresionante, con una imponente sección de vientos de tres saxos, que funcionan igual de bien tanto como solistas que como orquesta, las cuerdas, que sirven como contrapunto, y que nos hacen visitar parajes propios tanto de la música clásica como del jazz rock de los ’70, y una brutal sección rítmica con dos baterías, contrabajo, y un piano magistral, que está presente constantemente y por el que ya el disco vale la pena, con aires que nos traen a la memoria en ocasiones a Cecil Taylor.

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Cascabeles y enigmáticas notas de piano abren la suite con “Unconventional Lines” (16’00). Las cuerdas frotadas, la inquietante y a la vez preciosa flauta en combinación con el dramatismo del piano, la nota “free” que introduce el saxo soprano al sustituir a la flauta en un solo maravilloso, la protección de la sección rítmica, que se torna cada vez más tribal, primitiva, sensación que aumenta con la llegada del violín, que se queja, grita, se retuerce, etc…,convierte los primeros 10 minutos del disco en algo sublime. Entra la orquesta y todo sé llena de luz, con el combo al completo cada vez más animado, liberando tensión, hasta la llegada de “Remembering Max” (17’01). Este segundo corte continúa con pasajes misteriosos de saxo y piano, hasta que llega la solemne melodía de vientos, que da paso a un espeluznante solo de saxo de tres minutos de duración, con un apoyo de piano original, imaginativo, y que en realidad funciona como otro solo. Justamente es el piano, en solitario, acercándose a la música clásica contemporánea, el que divide la pieza, hasta que él mismo crea un ritmo con un pulso más cercano al rock, que nos traen a la memoria obras del jazz británico, sobre el que la banda nos ofrece una pegadiza melodía de vientos y unos solos de saxo alucinantes, apoyados por la increíble sección rítmica. Regresa la paz con “Barbarian Growls” (4’55), pieza para violonchelo, violín y contrabajo, con detalles percusivos, que nos muestra el equilibrio que la banda mantiene entre las partes compuestas y las improvisadas. Sin pausa, entra “Ascending Down the hell” (4’39), y ¡vaya entrada!. Es la pieza más cercana al jazz rock, con una inolvidable melodía de violín y saxo, y sirve como excusa además para el lucimiento de Eloisa Manera, que hace un gran solo de violín, con las dos baterías, el contrabajo, el monumental piano y los arreglos de viento realzando su fuerza.
La parte final de la suite llega con “No One Have to Forget” (6’09), con un hipnótico pulso de bajo y piano, sobre el que se desarrolla la melodía, y sobre el que los saxos van animándose, para ir creando una tensión formidable, con la banda creciendo cada vez más, hasta volver a calmarse con la llegada de “Invisible Spirit” (6’13), que vuelve a ofrecernos uno de esos ritmos que nos llevan a los clubs ingleses de jazz de los ’70, con los saxos totalmente exaltados, acompañados por el violín, llegando a convertir la pieza en una fanfarría, hasta que el piano y los cascabeles regresan para cerrar el círculo, y finalizar el disco tal y como comenzó.
Otra novedad del sello Rudi Records que no dejará impasibles a los que como yo, amamos este tipo de música. Una obra que, aunque supongo que por una minoría, será recordada en los años venideros.

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Fran Macias

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